Al final del día

 El día se termina y a mí me quedan un montón de cosas por hacer, entre otras, dejar de mirar por el visor de la cámara y disfrutar de este atardecer. La cantidad de cosas que nos perdemos por estar haciendo otras, es jodido elegir, aunque imagino que siempre escogemos hacer lo que más nos gusta, o quizá nos decidimos por lo que más nos interesa o tal vez, por  lo que más interesa a los demás, que sería un poco triste, pero no lo más jodido, que sería no poder siquiera tener la opción de elegir, en fin… toda esta parrafada, perdiendo un tiempo precioso, cuando lo que tendría que estar haciendo sería disfrutar de de ti y de este atardecer.

Londres

 Niebla y más niebla, cada vez que voy a Londres me ocurre lo mismo, soy incapaz de distinguir más de un color, todo me parece gris, no entiendo como esta gente puede vivir ahí, todo oscuro y sin un triste cartel que indique que es lo que te puedes encontrar a cada paso que das. Por eso cada vez que voy allí me resguardo en algún que otro bar y no salgo hasta que mi vuelo me lleva de regreso, menos mal que tienen buena cerveza y mejor whisky, si no, creo que no volvería más. Aunque algunos dicen que todo lo de la niebla es una leyenda urbana sin ningún tipo de fundamento, yo no lo creo, lo he comprobado unas cuantas veces y sé de lo que hablo, ellos dicen que no, que todo es invención mía y que todo el envoltorio gris que veo cubrir la ciudad no es más que una simple excusa para no alejarme de los bares.

 Para que veáis que el tema de la niebla es cierto y además confunde, Notting Hill siempre fue un barrio lleno de lucha y reivindicación, cuna de The Clash y lugar habitual de los Sex Pistols, hasta que llegó Roger Michell e hizo una película allí que no quería hacer allí, sino en el barrio de Chelsea, mucho más exclusivo y acorde con la historia que quería contar, pero una vez filmada, disipada ya la niebla y dándose cuenta del error de su localización, no le quedó más remedio que montarla, cambiar el nombre de la película y ya de paso, hasta dar un nuevo formato al barrio, convirtiéndolo en lo que es ahora, un barrio de… jóvenes que luchan denodadamente por reivindicar que llevar rolex, chanclas, barba, porsche y moño en un mismo pack es cool. 

Nota: Se me olvidaba, la foto no es de ese famoso barrio londinense y lo mismo es lo único verdadero de toda esta historia. 

En burro y siempre detrás

 El señor Cervantes, a principios del siglo XVII, creo dos personajes, uno, iluso y encantador, pleno de ideales y dotado de una maravillosa locura, otro, falsamente entrañable y campechano, fiel y egoísta ignorante, que sólo seguía a su maestro por pura y ciega ambición. Nosotros, cuatro siglos después y en pleno uso de nuestras facultades, se supone, y por alguna extraña razón que me supera, hemos decidido que este último personaje era el que mejor nos definía, por lo que vamos en burro y siempre detrás, sin importarnos absolutamente nada quién nos guía y conduce, obedeciendo ciegamente los dictámenes de cualquier mediocre personaje que se cruza en nuestro camino.

 No tenemos la barriga llena y mucho menos el bolsillo, por no tener, ya no tenemos ni burro que montar, pero ahí seguimos, fieles a lo absurdo e incongruente, sin ningún atisbo de maravillosa locura ni ideal que defender y sin posibilidad de que ningún Caballero nos venga a rescatar, entre otras cosas, porque seguramente lo lincharíamos nada más verlo.

Desamor

 La pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana, la casa se convierte en una ruina y mi vida en un sinsentido, ni tengo dinero para reconstruir mi casa ni ganas de volver a verte. Menos mal que la foto y la historia son antiguas y no reflejan mi vida actual, más ruinosa aún si cabe. Ahora no tengo dinero que se escape, ni amor que huya, tampoco casa que reconstruir, por no tener, no tengo ni idea de a quién coño estoy escribiendo, aunque tal vez sea a ti, o tal vez no, algún día lo sabré, algún día me acordaré.

Destino

 No sé porqué me gustan tanto las calles estrechas que no llevan a ningún sitio, quizá me recuerden a mí, que me gusta caminar y recorrer pero tampoco nunca llego a ningún lado y si llego, no estoy el tiempo suficiente para darme cuenta de que ya he llegado, algún día elegiré un destino fijo y si es posible un camino concreto y hasta que no llegue no pararé y cuando llegue me quedaré, por lo menos un tiempo para saber que he llegado.

Desde la distancia

 Desde la distancia todo parece perfecto, todo en su lugar, la armonía domina. Qué maravilla ver la vida desde lejos, porque cuando te acercas se perciben otro tipo de sensaciones, compruebas que la ignorancia, la violencia, la falta de educación y el egoísmo imperan en una sociedad tan apacible como pueda ser esta y no por la gente que habita, sino más bien por la que visita. Nos resguardamos en la espesura de la lejanía ante el miedo a la proximidad, ante el miedo a que descubran realmente como somos, que se descubra la mediocridad que nos envuelve. Por fortuna siempre hay caminos para huir de los inútiles, con la duda, de que no nos lleven a conocer a inútiles nuevos y la certeza, de que siempre habrá otros caminos por los que transitar para esquivarlos y música para olvidarlos.

 -Ni tú ni nadie (Alaska) –Cadillac solitario (Loquillo) –Bolleré (Raimundo Amador) –Animal caliente (Barricada) –Alegría de vivir (Ray Heredia) –Vallecas 1996 (Topo) –Abre la puerta (Triana) –Seguiremos (Macaco) –No mires a los ojos de la gente (Golpes Bajos) –La senda del tiempo (Celtas Cortos) –Maneras de vivir (Leño) –Los chicos (Andrés Calamaro) –Petenera (Marea) –Todas las princesas del reino (Brancaleone) –Dulce introducción al caos (Extremodouro) –Princesa (Joaquín Sabina) –Se dejaba llevar por ti (Ketama-Nacho Vega) y dos más para terminar, Un beso y una flor y Todo tiene su fin, Nino Bravo y Medina Azahara.