lunes, 28 de noviembre de 2016

The Big Trip (Welcome aboard)

  Hacía mucho que no incluía una selección de música en este blog, así que ahí va una. No será para un gran viaje, con esta selección sólo llegaremos a Cuenca desde Madrid, y en el Ave, pero estará bien el viajecito y sólo con música de los 70.

  Como han quedado muchas canciones por el camino, tendré que hacer algún post más, a ver si así podemos pasar de Cuenca.  

  Gamma Ray (Birth Control); Jessica (Bloodrock); Ellis Island (Brian Auger); Depression (Cressida); Never More (Elf); Fifty Fifty (Frank Zappa); Decision (Fruupp); Time Will Be Your Doctor (Fuzzy Duck); Everybody Knows (Grace Slick & The Great Society); Country Boy & Bleeker Street (Lovecraft); Purple Haze (Jimmy Hendrix); August (Love); Are You Ready? (Pacific Gas & Electric).

viernes, 11 de noviembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (Final)

   El día 18 de septiembre llamaron a los espías para confirmar que todos los hombres del mundo estaban ya en Pestaña y podían definitivamente cerrar las puertas de aquel lugar, elegido medio al azar, para dejar allí encerrados a tres mil doscientos millones de hombres.

   Pero los espías no pudieron confirmar este hecho, faltaba por llegar todavía un colectivo entero. Faltaban por llegar los de las diferentes cruces, sotanas, capas y capirotes, que aún no habían aparecido por Pestaña.

   Todas se mostraron muy sorprendidas y ligeramente preocupadas. Si según sus informaciones, no quedaba ya ningún hombre en sus respectivos países, por dónde andarían todos estos metidos, se preguntaban.

   Los espías las tranquilizaron un poco, pues desde la alta piedra de Cuin se les podía ver a todos ellos a lo lejos dirigiéndose hacia Pestaña. Eran los que más despacio venían, seguramente debido a su gran celo profesional, que les impedía ir dejando por el camino a ningún alma descarriada, por lo que su marcha era realmente lenta, pero que no se preocuparan, porque en un par de días como mucho ya estarían todos allí.

Dibujo de Castrortega
   Efectivamente, a los dos días todos los hombres del mundo, menos los instalados en Calma Yorka, ya se encontraban allí reunidos y apretados, muy apretados, esperando el inicio de todos los acontecimientos anunciados, sin ni siquiera sospechar de que allí no se celebraría absolutamente nada de nada, entre otras cosas, porque no había el mínimo espacio para ello. En ese preciso momento las puertas de Pestaña se cerraron y sellaron para siempre.

   Un par de helicópteros sacaron a los espías de allí y los depositaron en Calma Yorka, con la promesa de no relatar nada del espectáculo tan dantesco visto y vivido por ellos esos últimos días.

   Cuando todos en Pestaña fueron conscientes de su verdadera situación, se hizo un silencio tan sumamente estremecedor que se oyó en el mundo entero. Por unos instantes el único sonido perceptible fue el sonido de la nada, el sonido del vacío absoluto. El sonido del silencio indicando el comienzo de una nueva era.

   En medio de ese impresionante silencio, yo decidí marcharme, las ocho reunidas en la casa rural, dirigieron sus miradas hacia mí, y en ese preciso momento, pude ver reflejado en sus rostros la imagen de su victoria, de su preciosa, necesaria y trágica victoria.


Nota:

Evidentemente, todo lo que se relata en Caperucita nunca será devorada, es pura ficción, incluidos los personajes. Cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia, y producto, única y exclusivamente, de nuestra imaginación.

martes, 8 de noviembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXXI)

   Tal y como predijeron las Ocho de la Casa Rural, y según informaron los espías desde lo alto de la piedra de Cuin, los primeros en llegar a Pestaña y tomar posiciones, fueron los diferentes cuerpos y fuerzas de seguridad de todos los Estados miembros del Mundo. Debido a su rapidez y facilidad para la movilización, al primer informativo, y previa paralización de las guerras en las que estaban inmersos, rápidamente se desplazaron a Pestaña para elegir los mejores puntos estratégicos donde instalarse, y así salvaguardar la integridad física de sus conciudadanos de los posibles ataques indiscriminados del resto de conciudadanos de otros países. Los maestros de la estrategia y el espectáculo pirotécnico, mal entendido, fueron los primeros en encerrarse. Bien por ellos.

   Los espías informaron que con la llegada de los del casco, porra y fusil, con todos sus bártulos, la cosa se había apretado bastante, y no estaban seguros de que hubiera mucho más sitio para el resto de los que faltaban por llegar. Ellas les dijeron que no se preocuparan, que según sus cálculos había sitio para todos, que bien apretaditos cabían perfectamente, no obstante, les sugirieron que colocaran unos grandes carteles en los que pudiera leerse “Al Fondo Hay Sitio”, que ellos ya lo entenderían.

   También les advirtieron de que procuraran mantener la pista de aterrizaje lo más despejada posible, para evitar tragedias prematuras e innecesarias, pero que tampoco arriesgaran sus vidas en este empeño, que dejaran el peso de esta labor a los ya instalados allí, que serían los realmente interesados en que los aviones no aterrizaran directamente encima de sus cabezas cuando hicieran acto de presencia, hecho que ocurrió en una brevedad pasmosa. Era tal la afluencia de artilugios voladores, que según iban aparcando al final de la pista, rápidamente aparecían nuevos aparatos, que hacía prácticamente imposible que los pasajeros abandonaran sus respectivos aviones, con lo cual, muchos de ellos decidieron continuar abordo, esperando a ver si se despejaba un poco todo, cosa que nunca llegó a suceder, evidentemente.

  Acto seguido los primeros barcos hicieron su aparición. Al desplegar sus rampas de desembarque, centeneras de miles de hombres, corrían como posesos para ocupar sus localidades, para presenciar lo que, realmente pensaban, sería el mayor espectáculo del mundo, sin llegar a imaginar lo que realmente iban a presenciar, que aunque efectivamente sería el mayor espectáculo del mundo jamás visto, no era el que precisamente ellos quisieran haber presenciado.

   Sus colegas al otro lado de la línea estaban absolutamente impresionadas ante tal despliegue de medios. Ya no quedaba ningún hombre en sus tierras, todos había partido ya rumbo a Pestaña, y los que no habían llegado aún, estarían a punto de hacerlo.

   No cabían de satisfacción de lo bien y rápido que había salido todo, todavía tenía que dar gracias a la reciente erupción solar, que había dado el definitivo punto de irritación a los hombres para embarcarse, sin dudarlo un instante, en el último viaje de sus vidas. Las más místicas pensaron que el Sol les había echado una manita, aliándose con ellas para conseguirlo.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXX)

   En un par de días todos los medios de transporte, sin excepción, estaban ya completamente a rebosar de ávidos hombres deseosos de ver, lo que durante unos cuantos meses se le había privado de ver.

   Les habían quitado sus juguetes preferidos y los habían trasladado a miles de kilómetros de distancia para que acudieran a buscarlos. Ante su pérdida, en vez de tener la imaginación y fuerza, para crear e inventarse juguetes nuevos, solo supieron protestar, cabrearse y llorar sus miserias. Cuando ellas les dijeron donde podían encontrarlos, ellos no lo pensaron dos veces y como posesos se dirigieron a por ellos, sin sospechar siquiera, que serían devorados por los mismos.  
 
   Se habían acabado sus penurias, por fin tenían ya un motivo para sentirse felices y contentos, sin saber que esa felicidad les llevaría a todos a la ruina, a su fin como especie, a un lento exterminio del que no podrían escapar y lo hacían sin ningún tipo de presión, ni obligación, lo hacían porque querían, les apetecía y les gustaba. ¡Increíble!

jueves, 3 de noviembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXIX)

   Cuin se disponía a volver a apretar el botón rojo que significaba el inició de su ansiada operación, cuando las miradas de las otras siete se posaron en ella. Cuin tuvo su oportunidad y había fracasado, no fue culpa suya, pero… quién sabe si podría volver a ocurrir y esta vez, en vez de una erupción solar provocaba la caída de todos los satélites desperdigados por el espacio, encargados de emitir las señales de televisión. No es que no se fiaran de Cuin, pero preferían no tentar a la suerte.

   Decidieron que la siguiente en la lista para apretar el botón fuera Kerkel, pero esta declinó la invitación, debido a su estado de embarazo, y ñoñez y sensibilidad en aumento, no quería ser la ejecutora directa, de lo que su acto conllevaría.

  La siguiente era Shi, antes de que el resto se lo pidiera, ella ya había apretado el botón rojo.

   Al otro lado de las líneas telefónicas, el resto de sus colegas distribuidas por todos los países del mundo, certificaron la correcta emisión de anuncios e informativos, todas las pantallas del mundo los estaban emitiendo, incluidas las instaladas en edificios, plazas públicas y centros comerciales. El mayor confinamiento y extinción de una especie parecía que por fin, había comenzado.

   Los hombres, boquiabiertos, asombrados y llenos de admiración ante tal despliegue de creatividad y espectacularidad, se agolpaban frente a las pantallas de televisión, imaginándose ellos mismos protagonistas de tales anuncios e incluso de tales eventos. Ya no se veía a ningún hombre caminar sin rumbo por las calles, todos tenían su destino bien definido, acudir a la pantalla más cercana, para recrearse en lo que esta les mostraba.

   El pensamiento único de todos los hombres del mundo, una vez visto los anuncios, se centraba única y exclusivamente en ir a presenciar todos esos acontecimientos en vivo y en directo, costara lo que costara, irían de cualquier forma, ninguno, absolutamente ninguno, quería perdérselo. Todos irían a Pestaña.