martes, 5 de julio de 2016

Caperucita nunca será devorada (LX)

 Entre unas cosas y otras estaban ya a mediados de julio y haciendo un repaso a lo que todavía les quedaba por hacer, vieron que no era tanto, afinar algunas cosas y poner en marcha toda la campaña de comunicación.

  El tema deportivo lo tenían ya solucionado, ahora tendrían que ver la manera de promocionarlo para atraer al mayor número de hombres posible, que ellas calculaban por lo menos en mil quinientos millones, los que deberían venir a verlos. A ver si lo conseguían.

  El tema de infraestructuras también lo tenían ya desarrollado y sólo faltaba su ejecución. Además esto les aportó doscientos cincuenta millones extras, a los que no tenían que mover, pues se desplazarían voluntariamente a Pestaña. Bueno, la verdad es que lo que ellas pretendían es que todos los hombres se desplazaran voluntariamente a Pestaña, lo que sería un gran éxito. Sería curioso de ver, pensaban, como se dirigen todos ellos juntos a encerrarse en un mismo lugar para ya no volver a salir nunca más de allí, y además, encantados de hacerlo, increíble pero cierto.

  Los espías de Shi las informaron de que los ánimos de los hombres volvían a caldearse un poco por todo lo que estaban sufriendo, sin dinero y sin entretenimiento. Y para añadir más leña al asunto y al acercarse su periodo vacacional y ver que Calma Yorka estaba con el cartel de Completo, pues su desesperación iba en aumento, pero de momento no había altercados graves.

  Por ahora iban bien sus planes, ellos estaban alcanzando el clímax necesario para empezar a poner en marcha toda la maquinaria de promoción, que es lo que ellas realmente querían y necesitaban.

  Kerkel llamó al Gerente del Hotel Hiz Sol y Playa para preguntarle qué tal se estaba desarrollando todo por allí, a lo que el Gerente respondió que estaban encantados, con toda la isla en exclusiva para el disfrute de los cinco mil tres que se habían quedado allí, porque por ahí todavía no había aparecido nadie de los que estaban esperando.

  Kerkel, un poco enfadada se lo comunicó a las otras siete y el enfado fue general, por lo que decidieron rápidamente ponerse en contacto con el resto de sus colegas que estaban en sus respectivos países, a través de videoconferencia, para ver que estaba pasando.

  La respuesta de sus colegas fue prácticamente unánime. Les contaron que era muy difícil hacer una buena selección, además, debido a lo malhumorados que estaban todos últimamente, les resultaba todavía más difícil encontrar a hombres que realmente merecieran la pena para mandar, y teóricamente salvar, a Calma Yorka.

      -Pues vosotras mismas-, dijo Cuin, -porque la idea fue vuestra, por mi ya sabéis lo que hubiera hecho. Así que ya me diréis qué hacemos-.

 Todas al otro lado de la linea pidieron que por favor se les ocurriera algo para que por lo menos estuvieran un poco más simpáticos, aunque sólo fuera por unos días, para así poder elegir con alguna garantía, porque tal y como estaban hasta ahora, eran realmente insoportables y si seguían así les mandarían a todos a Pestaña directamente y encima encadenados.

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