viernes, 8 de julio de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXI)

  Decidieron hacer una campaña de información, relatando brevemente los grandes y nunca vistos hasta entonces eventos que se estaban preparando en Pestaña y de los que próximamente se irían dando más detalles, con la intención de ver si por lo menos estas noticias les animaban un poquito y podían por fin hacer la selección de los supuestamente elegidos, para llevarles a Calma Yorka, con el consiguiente disgusto para los cinco mil tres que por allí estaban y que se lo estarían pasando de maravilla. Quedaron en hablar en un par de días, para ver si la campaña daba sus frutos y se podía ya empezar el traslado.

  Mientras tanto mandaron a los espías de Shi a que vigilaran el progreso de las obras en Pestaña, ya que no se fiaban un pelo de lo que allí podría estar pasando.

  Les quedaba también por resolver de qué manera lograrían atraer al resto a Pestaña, es decir a los demás hombres que por un motivo u otro no quisieran o no pudieran, asistir a los eventos que estaban preparando allí. Para estos tenían que idear alguna cosa más para que el confinamiento fuera un éxito total.

  Respecto a atraer a Pestaña a hombres motivados por los diferentes juegos de azar, Pilari comentó, que en su país había una pequeña parcela, Las Pelas se llamaba, dedicada única y exclusivamente al juego, que cada día recibía miles y miles de visitantes, y que creía que uno de los dueños de esa parcela estaba intentando poner una similar en Pestaña, pensando que tal vez este dato les podía ser de alguna utilidad.

  Las otras siete lo entendieron al instante, cerrarían la parcela del país de Pilari y las de todos los demás países, y centrarían todos sus esfuerzos en crear una parcela de esas mismas características en Pestaña, para que fuera el único lugar del mundo donde se pudieran practicar ese tipo de juegos. Algunos bien simples como este, por ejemplo: una bolita dando vueltas en un círculo con números encasillados, 36 hombres apuestan a los diferentes números y uno que tira la bolita, la bolita cae en una de las casillas correspondiente a un determinado número, dos se alegran, uno el que tira la bolita, dos, el que ha tenido la suerte de apostar en el número donde cayó la bolita, treinta y cinco se desesperan y cabrean, y vuelven a apostar, así una y mil veces, no va más.

  Otra vez se pusieron en contacto con los constructores de Pestaña para ver que tal iba el proyecto inicial de la parcela del juego, los constructores comentaron que de momento había bien poco, simplemente buenas intenciones pero nada más. Cuin y compañía les mostraron su interés en él, comentándoles que querían que se hiciera a toda costa y no sólo eso, sino que además tendría que estar terminado en un mes. Los constructores más encantados si cabe, también pidieron más mano de obra, otros 50 millones más de hombres, perfecto para los intereses de todas las partes.

  Entre los hombres de más que se necesitaban para esta nueva construcción, más todos los que se verían atraídos por este tipo de juegos, ya tenían a otro buen puñado de millones de hombres de los que no se tendrían que preocupar, no iba mal del todo la cosa.

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