sábado, 5 de agosto de 2017

Grooland (2/3)

Fotografía tomada por nuestro corresponsal
en Grooland
   Los habitantes de Grooland asumieron enseguida cuál sería su destino y el fin de su desesperación, sus miradas se dirigieron hacia la Gran Torre, esa torre que siempre había estado ahí y hasta ese día nunca tuvieron muy claro para qué. Uno a uno, pacientemente y en ordenada fila, subían los más de quinientos peldaños que llevaban a lo alto de sus 135 metros y una vez arriba, tras unos instantes para observar la devastada tierra a sus pies, saltar al vacío. En esa fila se encontraba Douro, cuando llegado su turno y dispuesto a subir, una lumbalgia le impidió hacerlo, trató en vano de subir los primeros peldaños, pensando que la fuerza de su insufrible tristeza sería superior a su dolor de espalda,  pero fue inútil, después de varios intentos, cedió su turno y se dedicó a observar como sus conciudadanos caían uno a uno, estampando sus sesos sobre una pradera que en su día fue inmensamente verde y ahora era inmensamente gris teñida de rojo.

   Douro, no quería decepcionar a su gente, esperaba al pie de la torre a que su dolor menguara para subir a ella y acabar como ellos. En la espera, a lo lejos, sobre los campos quemados y muertos, vio largas columnas de gente dirigiéndose hacia la torre. Eran los habitantes de los pueblos vecinos, el rumor del alivio que proporcionaba la Gran Torre a su desesperación había llegado a sus oídos y querían acabar con su sufrimiento con un gran salto. 
  
   Cuando llegaron al pie de la torre se encontraron a Douro sentado junto al primer escalón, le miraron y pensaron que era el dueño de la torre. Sin mostrar ningún tipo de duda y sin pregunta alguna, el primero en empezar a subir, depositó una moneda junto a Douro, este se quedó tan perplejo que fue incapaz de articular palabra, y así uno a uno, los habitantes de los pueblos de alrededor, fueron depositando una moneda junto a Douro, subiendo los quinientos y pico escalones de la Gran Torre y saltando al vacío.

   Llegado un punto, el fin último de tirarse desde lo alto de la torre dejó de tener el efecto deseado, ya que la acumulación de cuerpos llegó a alcanzar la misma altura de la torre con lo que la caída era nula, y los otros costados, excluyendo el lado en el que se encontraba la escalera, estaban ocupados por montañas de monedas, las que fueron depositando a los pies de Douro los desesperado que hacía uso de la torre. Los desesperados a pesar de su desesperación y haciendo gala de una gran educación, pidieron a Douro que despejara la torre de cuerpos y monedas para que volviera a tener el fin para el que supuestamente había sido creada y por el que ellos se encontraban allí.

   Douro, con su lumbalgia aún activa, hizo caso a la petición de los desesperados. Primero reclutó a algunos de los desesperados que sentían alguna duda sobre su propia desesperación y con las monedas recolectadas, a unos los envío a tierras lejanas en busca de comida y bebida, a otros les puso la tarea de rehabilitar casas y campos para adornar la espera de los desesperados y al resto, a recoger y enterrar los cuerpos de los desesperados que habían puesto fin a su desesperación.

Continuará...

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