Nota I: Toda esta historia es pura fantasía, por
lo que cualquier semejanza de hechos, personajes y lugares será mera y rara coincidencia.
A la vecina del primero del 17 de Rarin Street le
desaparecían los amantes de forma tan repentina y frecuente, que realmente
asustaba, sobre todo a los vecinos del inmueble, que veían con preocupación y
misterio tal trasiego de hombres por aquel edificio, y de los que nunca más se
sabía al cabo de unas semanas de verles prácticamente a diario.
En un principio lo achacaban al carácter masculino, tan
lleno de matices en sus relaciones con el sexo femenino, en los que predominan
la falta de compromiso, el egoísmo y a veces la inseguridad, tanto sexual como
sentimental, pero a su vez, les costaba admitir que entre tan cuantiosa cifra
de hombres que habían pasado por allí, todos tuvieran el mismo defecto y
ninguno cumpliera las expectativas que supuestamente demandaba la vecina del
primero. Este tema era ampliamente comentado por todos los vecinos, por todos
menos por uno, este uno era el portero, que se inhibía de hacer cualquier
comentario al respecto.
La
vecina del primero, según consta en el informe de la policía, era una mujer
atractiva e inteligente, de fácil trato pero de extraño carácter, de mirada
seductora pero turbada, de palabras sensibles pero llenas de dudas, con un
extraño movimiento al andar que no se acertaba a adivinar, si simplemente
andaba, se movía dando saltos o bien se deslizaba, pero siempre realizado con una elegante torpeza que resultaba hasta armoniosa y sensual. Se podía definir como una
mujer expectante, cuando se estaba con ella se sabía que algo iba a suceder,
pero el cariz de lo que iba a acontecer se desconocía por completo.
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