El siguiente paso que di fue poner los hechos en
conocimiento de la policía francesa, que en un primer momento no me hizo ni
puto caso. Después me puse en contacto con el consulado español en Burdeos, con
el mismo resultado, me dijeron que ellos de momento no podían hacer nada, que
pasados unos días, si Moira seguía sin aparecer, que se lo volviera a
comunicar. Yo no daba crédito a lo que estaba pasando ni a lo que decían las
supuestas autoridades. Qué coño me estaban sugiriendo ¿quedarme sentado en el
restaurante esperando a que apareciera y consumiendo sin parar? Porque parecían
esas las opciones que me daban, tanto la policía como el consulado, sin darse
cuenta de que Moira, de hecho, había desaparecido ya hacía unas cuantas horas.
Visto el panorama, decidí alquilar un coche e intentar
buscarla por mi cuenta, primero dando vueltas por la zona, buscando y
preguntando por un coche deportivo descapotable, de color rojo descolorido y con una rubia al
volante. La descripción hubiera estado bien, si no fuera porque Moira no era
rubia, aunque a veces sí lo fuese y la idea, en principio hubiese sido buena también, si ella
hubiera desaparecido en el margen de una hora, pero habían pasado ya más de cinco,
aun así, pensé que a nadie le pasaría desapercibido un coche de esas
características y más con Moira al volante, una mujer espectacular en todos los
sentidos, pero no tuve ningún éxito, nadie había visto ni a Moira ni al coche, por
lo que decidí ampliar el radio de búsqueda, cogiendo la dirección que
hubiéramos tomado de haber continuado nuestro viaje de manera normal. Mi sombra
en varios momentos intentó bajarse del coche alquilado, pero le fue totalmente
imposible.
Paraba
en cada área de servicio, en cada cafetería, en cada tienda y en cada pueblo o
ciudad, preguntaba y miraba, el resultado era el mismo, sin noticias de Moira
ni del deportivo, mi desesperación era total, apenas dormía,
apenas comía, sólo bebía y bebía solo, era una triste caricatura de mi mismo,
mi sombra, desesperada también, cada vez estaba más delgada y difuminada, ya ni
me hablaba, sólo intentaba desprenderse de mí.
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