sábado, 14 de marzo de 2015

Mi mala sombra (4/6)

 El siguiente paso que di fue poner los hechos en conocimiento de la policía francesa, que en un primer momento no me hizo ni puto caso. Después me puse en contacto con el consulado español en Burdeos, con el mismo resultado, me dijeron que ellos de momento no podían hacer nada, que pasados unos días, si Moira seguía sin aparecer, que se lo volviera a comunicar. Yo no daba crédito a lo que estaba pasando ni a lo que decían las supuestas autoridades. Qué coño me estaban sugiriendo ¿quedarme sentado en el restaurante esperando a que apareciera y consumiendo sin parar? Porque parecían esas las opciones que me daban, tanto la policía como el consulado, sin darse cuenta de que Moira, de hecho, había desaparecido ya hacía unas cuantas horas.

 Visto el panorama, decidí alquilar un coche e intentar buscarla por mi cuenta, primero dando vueltas por la zona, buscando y preguntando por un coche deportivo descapotable,  de color rojo descolorido y con una rubia al volante. La descripción hubiera estado bien, si no fuera porque Moira no era rubia, aunque a veces sí lo fuese y la idea, en principio hubiese sido buena también, si ella hubiera desaparecido en el margen de una hora, pero habían pasado ya más de cinco, aun así, pensé que a nadie le pasaría desapercibido un coche de esas características y más con Moira al volante, una mujer espectacular en todos los sentidos, pero no tuve ningún éxito, nadie había visto ni a Moira ni al coche, por lo que decidí ampliar el radio de búsqueda, cogiendo la dirección que hubiéramos tomado de haber continuado nuestro viaje de manera normal. Mi sombra en varios momentos intentó bajarse del coche alquilado, pero le fue totalmente imposible.

 Paraba en cada área de servicio, en cada cafetería, en cada tienda y en cada pueblo o ciudad, preguntaba y miraba, el resultado era el mismo, sin noticias de Moira ni del deportivo, mi desesperación era total, apenas dormía, apenas comía, sólo bebía y bebía solo, era una triste caricatura de mi mismo, mi sombra, desesperada también, cada vez estaba más delgada y difuminada, ya ni me hablaba, sólo intentaba desprenderse de mí.

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