El día 18 de septiembre
llamaron a los espías para confirmar que todos los hombres del mundo estaban ya en Pestaña y podían definitivamente
cerrar las puertas de aquel lugar, elegido medio al azar, para dejar allí
encerrados a tres mil doscientos millones de hombres.
Pero los espías no
pudieron confirmar este hecho, faltaba por llegar todavía un colectivo entero.
Faltaban por llegar los de las diferentes cruces, sotanas, capas y capirotes,
que aún no habían aparecido por Pestaña.
Todas se mostraron muy
sorprendidas y ligeramente preocupadas. Si según sus informaciones, no quedaba
ya ningún hombre en sus respectivos países, por dónde andarían todos estos
metidos, se preguntaban.
Los espías las
tranquilizaron un poco, pues desde la alta piedra de Cuin se les podía ver a
todos ellos a lo lejos dirigiéndose hacia Pestaña. Eran los que más despacio venían, seguramente debido a
su gran celo profesional, que les impedía ir dejando por el camino a ningún alma
descarriada, por lo que su marcha era realmente lenta, pero que no se
preocuparan, porque en un par de días como mucho ya estarían todos allí.
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Dibujo de Castrortega |
Un par de helicópteros
sacaron a los espías de allí y los depositaron en Calma Yorka, con la promesa
de no relatar nada del espectáculo tan dantesco visto y vivido por ellos esos
últimos días.
Cuando todos en Pestaña
fueron conscientes de su verdadera situación, se hizo un silencio tan sumamente
estremecedor que se oyó en el mundo entero. Por unos instantes el único sonido
perceptible fue el sonido de la nada, el sonido del vacío absoluto. El sonido
del silencio indicando el comienzo de una nueva era.
En medio de ese impresionante silencio, yo decidí
marcharme, las ocho reunidas en la casa rural, dirigieron sus miradas hacia mí,
y en ese preciso momento, pude ver reflejado en sus rostros la imagen de su
victoria, de su preciosa, necesaria y trágica victoria.
Nota:
Evidentemente, todo lo que se relata en Caperucita nunca será devorada, es
pura ficción, incluidos los personajes. Cualquier parecido con la realidad es
una mera coincidencia, y producto, única y exclusivamente, de nuestra
imaginación.
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