Fui a Málaga para huir de mis fantasmas, pero cuando
llegué allí no lo conseguí, miento, los primeros días sí conseguí huir de ellos,
pero luego empezaron a surgir nuevos y renovados fantasmas desconocidos para
mí. Aparecieron fantasmas tallados en roca, fantasmas que te vigilan y te
siguen allá donde vayas a cielo abierto. Aparecieron fantasmas de papel que
hacen lo propio a cielo cerrado. Inútil correr e intentar escapar, siempre
están ahí, incluso se publicitan y te atraen, una nueva generación de fantasmas a los que es imposible esquivar.
Intenté
convencerles para que dejaran de perseguirme, intenté fotografiarles para
denunciarles, pero cuando lo hice, se convirtieron, inmóviles, en obra de arte,
en huella de agua y viento sobre roca. Ellos son inteligentes y así nadie me
creerá cuando presente la prueba de su existencia y mi martirio, pensarán que
son figuraciones mías, imágenes que mi mente crea al seguir buscándote y no
encontrarte, pero ahí están, impávidos y vigilantes, no sea que vaya a lograr
lo que realmente quiero.
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