Huy Shi, tenía 140
años, era una mujer muy poderosa, casi tan poderosa como Cuin y Kerkel juntas. A
diferencia de estas, Huy Shi, que ya poseía un gran Imperio con más de mil
millones de personas habitando en él, se había dedicado estos los últimos años,
y aún hoy se dedica, a comprar y comprar más países, con lo que su poder
aumenta día a día, y perfectamente podría arruinar los planes de Cuin y Kerkel
a nada que se lo propusiera.
Cuin y Kerkel se dieron
cuenta enseguida de que habían cometido el error de no haber llamado a Huy Shi,
y de que ésta podía haberse enterado de su reunión por la prensa o por
cualquier otro medio de los que Huy Shi disponía, que eran muchos. Este sí que
era un problema que tenían que solucionar con rapidez e inteligencia, cosas que
ambas poseían a raudales, bueno, la rapidez no tan a raudales.
Inmediatamente llamaron
a Shi, que tenía un cabreo importante al enterarse de que estaban reunidas y no
le habían informado. Se disculparon diciendo que todo había surgido muy deprisa,
que intentaron ponerse en contacto con ella pero que no tuvieron éxito y que
debido a la importancia del asunto no podían demorarlo por más tiempo, que
jamás se les hubiera ocurrido reunirse sin su conocimiento y su consentimiento.
Shi dijo que no le constaba que hubieran intentado
ponerse en contacto con ella, pero no quiso profundizar más en este tema y dio
por buena la explicación de Cuin y Kerkel. Estas le relataron brevemente lo que
estaban planeado y la conminaron a que se reuniera urgentemente con ellas, que
cogiera el primer vuelo al aeropuerto más cercano de donde estaban y que ya
pasarían ellas a buscarla, eso sí, insistieron en que viniera sola y que no
dijera a nadie el motivo ni el lugar de la reunión. Shi, dudó unos instantes
pero al final accedió, cogió el avión más rápido de que disponía y para allá se
fue.
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