
Pensaron, para empezar,
que tendrían que buscar un sitio más cercano y que no fuera ni muy grande ni
excesivamente pequeño, a ser posible que estuviera rodeado de agua por todas
partes menos por una y que estuviera más o menos centrado dentro del globo
terrestre. En ese momento Cuin y Shi se miraron fijamente como si estuvieran
pensando lo mismo.
Efectivamente estaban
pensando lo mismo y en lo mismo, las dos se dedicaron una mirada de
complicidad. Ellas ya tenían el lugar perfecto para su propósito, habían estado
allí hace poco.
-Nosotras-, dijeron
casi al unísono Cuin y Shi, -hemos estado hace poco en un país que puede
perfectamente cumplir todos los requisitos que estamos buscando, está muy bien
ubicado, rodeado de agua por todos los lados menos por uno, de un tamaño y
condiciones perfectas para nuestros fines-. –Pero ese lugar no lo compone sólo
un país sino dos-, dijo Shi, pero enseguida la interrumpió Cuin, -bueno, casi
tres, porque también yo tengo allí una piedra bien alta-.
Todas se preguntaron qué lugar sería ese, aunque la mayoría
ya tenía una ligera idea, debido a sus grandes conocimientos de geografía y
sobre todo, a su afición por viajar y descubrir costumbres y lugares nuevos, en
claro contraste con el inmovilismo endémico de los hombres actuales.
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