sábado, 5 de marzo de 2016

Caperucita nunca será devorada (XXXIX)

  En un primer momento pensaron en la idea que les dio Pilari, crear zonas habilitadas en sus respectivos países y meterles allí, pero la desestimaron porque las tendría demasiado ocupadas vigilándolos, y además tendrían que compartir país con ellos y aunque estuvieran encerrados no les apetecía para nada. No, no les convencía mucho esa opción.

  Shi, que a pesar de haber desistido de su principal y primera idea, seguía dándole vueltas al tema, propuso que se les cogiera a todos y se les arrojara al mar sin ningún tipo de miramiento. Todas miraron otra vez  a Shi y ya sin ningún temor le dijeron que no y que por favor se olvidara ya del tema. Además ellas no quería ver por ahí flotando los cuerpos de todos ellos, ellas querían seguir disfrutando del mar y de sus playas. Shi lo aceptó sin rechistar.

  En ese momento habló Juli Billar, proveniente del país por donde es difícil pasar a no ser que se vaya expresamente a él. Juli, que estaba siempre al lado de su gran amiga Cuin, comentó que su país era muy grande y que disponía de grandes espacios deshabitados y que allí perfectamente podrían meterlos a todos.

  Shi se mostró entusiasmada, la idea le pareció perfecta. –Además, una vez allí les quemamos y ya está, se acabaron de una vez por todas nuestros problemas-. Comentó.

  Las demás ya no sabían qué hacer con Shi, así, que con todo el respeto del mundo, le pidieron por favor que, o abandonaba ya ese tipo de ideas, o la ponían en el mismo paquete que a ellos. Shi, a pesar de todo su poder aceptó la sugerencia y se calló.

  Lo que sugirió Juli les pareció a todas muy interesante, realmente era una gran idea, pero que quizá habría que madurar un poco más. Decidieron que de momento y si a nadie más se le ocurría otra cosa, trabajarían en ella.

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