No es nada fácil mover
a tres mil cuatrocientos cincuenta millones de hombres desde todos los lugares
del mundo a uno solo punto. Tarea delicada a la que se enfrentaban ahora.
Además tenían que sacar a todas las Pestañolas de Pestaña, sin levantar la mínima
sospecha. Esta misión se la encargarían
a Colores Ladelpedal, que todavía seguía dando vueltas a su cadena con bolitas, a una mayor rapidez si cabe, y continuando con sus murmullos. Cuando por fin
lograron atraer su atención le dijeron cual sería su papel en esta historia.
Colores Ladelpedal
tenía que coordinar la salida de todas las mujeres de Pestaña y que no se
escapara ningún Pestañol de allí, el inconveniente para ella es que seguramente
se tendría que sacrificar y quedarse allí junto a todos los hombres del mundo.
Colores que era tremendamente patriota, lo aceptó estoicamente, añadió que
seguramente muchas correligionarias suyas, muy patriotas también, se quedarían
con ella para mitigar ese gran sacrificio que harían por la humanidad.
Como no se fiaban mucho
de Ladelpedal, Kerkel y Shi supervisarían las operaciones.
Antes de ponerse a
pensar en la mejor manera de llevarles a todos a Pestaña, se empezaron a oír
ligeros murmullos, entre la mayoría de las presentes, como de desaprobación.
-¿Qué ocurre ahora?-,
inquirió Shi con autoridad. Una parte de las allí reunidas preguntó si cuándo se hablaba de trasladar a todos los
hombres a Pestaña, se estaban refiriendo a todos, pero a todos, todos.
-Sí a todos, sin
excepción, sin dejar a ninguno por ahí pululando-, contestó Shi.
La mayoría de ellas no
estaba completamente de acuerdo con tal decisión y querían abrir un debate al
respecto, para ver si existía la posibilidad de poder salvar a unos cuantos.
Había dos bandos bien
diferenciados, por un lado estaban las que querían encerrar a todos sin dejar a
ni uno fuera de Pestaña, que eran las menos, pero quizá las más poderosas. Dentro de este bando se encontraban Cuin, Shi y Pilari, esta última principalmente por sus experiencias personales, Cuin y Shi por convicción.
Pero la mayoría era partidaria de salvar a
algunos. Kerkel no tenía muy clara su posición pero era casi
más partidaria de estas que de las anteriores.
Después de largas,
tensas y duras negociaones, llegaron a un acuerdo a propuesta principalmente de
Kerkel.
Decidieron que salvarían a algunos, pero que de ninguna manera les iban a dejar sueltos por ahí campando a sus anchas, sino que les reunirían en otro lugar diferente a Pestaña y en otro tipo de condiciones.
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