Shi empezó diciendo que
si por ella fuera los eliminaría directamente sin ningún tipo de miramiento y
luego ya pensarían que hacer con los cadáveres. Todas se quedaron petrificadas,
incluidas Cuin y Kerkel. Todas sabían del poder y la autoridad de Shi y si se
lo proponía lo haría. Menos mal que Shi se dio cuenta enseguida, al mirar las
expresiones del resto de sus compañeras, de que su propuesta había ido demasiado
lejos, que su solución era demasiado radical, violenta y poco higiénica. Con lo
cual Shi la desestimó y el resto respiraron aliviadas.
Lonia Dandi,
proveniente de un país que era experto en todo tipo de brebajes de todo tipo de
plantas, propuso hacerles una infusión que les dejara adormecidos para el resto
de sus días. Como los hombres generalmente no son muy dados a infusiones,
propuso inyectar dichos brebajes, en una especie de pastillitas azules, muy
populares por esos días y de las cuales ellos eran ávidos consumidores, ya que
según aseguraba el prospecto incorporado, incrementaba sobremanera sus poderes
varoniles, asegurándose de esta manera que todos ellos sufrieran el efecto
adormecedor deseado.
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Recordamos nuevamente el lugar donde se estaba urdiendo todo el plan |
Esta propuesta también
fue rápidamente desestimada, ya que si bien los hombres al estar adormecidos no
molestarían mucho, sí que estorbarían bastante.
Realmente estaban un
poco atascadas en este delicado punto, pues ninguna de ellas sabía muy bien
cómo resolver el problema. Qué hacer con tantos hombres no tenía una solución
fácil, aunque Cuin y Kerkel ya tenían una ligera idea.
Shi, que no estaba muy
convencida de haber retirado su propuesta anterior, y al ver que nadie hablaba,
volvió a la carga. Seguía pensando que lo mejor era terminar con ellos de una
vez por todas, aniquilarles y sin perder demasiado tiempo, que ella quería
ponerse a disfrutar lo antes posible del mundo que se les quedaría. Esta vez
todas, armándose de valor, la dijeron que no, que esa no era una buena
solución, principalmente por cruel y también por el trabajo que les quedaría
después limpiando las calles. Que se olvidara ya de eso. Shi no lo tenía del
todo claro, pero al final lo aceptó y prometió que no lo propondría más, vana
promesa.
Entonces habló Pilari
Linton, muy callada hasta entonces y dijo, -Bueno, mis antecesores, los hombres
que crearon el que ahora es mi país, cuando llegaron a él se encontraron con
que ya estaba habitado, ellos en vez de buscarse otro país que estuviese vacio,
decidieron quedarse allí, capturaron a los primeros habitantes ya instalados y
los reubicaron a todos en unos espacios muy reducidos habilitados para tal uso.
Así eran ellos-, terminó Linton un poco compungida por la actuación de sus
compatriotas.
En ese momento todas fijaron
la vista en Linton y al segundo, empezaron a mirarse entre ellas, se les
comenzó a iluminar la cara, al principio sólo un pequeño haz de luz relucía en
sus rostros, más tarde ya estaban completamente resplandecientes. Ya lo tenían.
Por fin habían encontrado la solución. Sabían que iban a hacer con ellos.
Los iban a recluir. Iban a confinar a los más de tres
mil cuatrocientos cincuenta millones de hombres en un solo lugar, o tal vez en
varios. Pero en dónde y cómo, es lo que les faltaba por encontrar, porque el
cuándo ya lo sabían, lo antes posible.