miércoles, 14 de septiembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXVI)

  A los pocos días empezaron a llegar noticias de los espías de Shi en Pestaña, también llegaron noticias de las colegas de Cuin, y compañía, con los listados de las asistentes pestañolas a los congresos y convenciones organizados por todo el mundo. Por supuesto, el Gerente del Hotel Hiz Sol y Playa también llamó para dar las pertinentes novedades de lo que por allí ocurría.

  Lo primero que hicieron, fue hacer la selección de las pestañolas a las que tenían que enviar el correo certificado, para la participación en el sorteo tan singular, preparado especialmente para la ocasión. A partir de los listados de las asistentes a los congresos y convenciones, sacaron la lista del resto. La verdad es que se llevaron una grata sorpresa, pues a los congresos y convenciones habían asistido casi la mitad de las pestañolas, muchas de ellas ni siquiera pertenecientes a empresa alguna, ni grande, ni mediana, ni pequeña, pero bueno, eso ahora no les importaba demasiado, ya les preguntarían en otro momento que había pasado. A la mayoría de ellas ni siquiera tuvieron que insistirles para que se quedaran en sus respectivos destinos, pues ellas solas ya habían decidido previamente que no regresarían a Pestaña.

  Al resto de pestañolas, descontando a Ladelpedal y afines, les enviaron los correspondientes correos certificados, para participar en el sorteo, que sería su salvoconducto para escapar de allí, y esperar respuesta para poner en marcha los medios necesarios para llevarlas a otros lugares.

  Ahora les tocaba informar a los espías de Shi venidos desde Pestaña. Estos informaron que aunque pareciera extraño, muy extraño, las obras iniciadas allí, avanzaban a muy buen ritmo y se acabarían en los plazos previstos o incluso antes. Que todos trabajaban de manera muy profesional y activa, incluso se les veía muy contentos haciendo sus labores. Las Ocho no se creyeron absolutamente nada de lo que estaban contando los espías y pensaron inmediatamente que a estos les había afectado el consumo de alcohol, más particularmente el consumo de vino, muy común en Pestaña, eso sí, del bueno, por lo que les obligaron a soplar en un pequeño aparatito con una especie de tubo en un extremo y una pantallita en el centro en la que aparecían unos números digitalizados. Lo que marcó esa pantallita, una vez habían soplado los espías, era 0,00, aún así les hicieron dar varias vueltas alrededor del jardín de la Casa Rural y beberse dos botellas de agua cada uno. Una vez hecho todo esto, les pidieron que contaran de nuevo qué es lo estaba pasando realmente en Pestaña.

  La versión de los espías fue exactamente la misma. Que todos los pestañoles y los no pestañoles allí desplazados, estaban encantados con su trabajo, es más, añadieron que era tal la concentración que en él tenían, que no se habían dado ni cuenta de que en Pestaña habían desaparecido casi la mitad de las mujeres que allí habitaban.

  Pues muy bien, pensaron ellas, está saliendo todo de manera perfecta, esperemos que siga así. Acto seguido mandaron a los espías de Shi de vuelta a Pestaña para que siguieran vigilando, y a pesar de que el aparatito marcó 0,00 les advirtieron, de que cuidadín con el vino.

  Podría parecer un poco raro, pero los espías de Shi, que daba la casualidad que también eran ocho los que siempre venían a informar, luego se quedaban un par de días o tres por la Casa Rural, imagino que ellas les encomendarían también otro tipo de tareas esos días, no sé muy bien.

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