lunes, 19 de septiembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXVIII)

  Cuin y compañía se sintieron un poco ingenuas por su candidez manifiesta, que sin duda era debido al tanto tiempo allí metidas, con la única visita de vez en cuando de los espías de Shi, y la falta de visión de lo que realmente estaba pasando fuera de ese mundo idílico en el que estaban ellas ahora. Ahí fuera no estaban las cosas tan tranquilas como en la Casa Rural y para ellas era muy difícil percibirlo por mucha información que tuvieran.

  Cuin, Kerkel, Shi, Tistine, Opera, Pilari, Chelie y Dandi tuvieron un momento de duda, no sabían si seguir con su proyecto e intentar terminarlo lo más rápidamente posible, o hacer un paréntesis e ir a ver ellas mismas qué era lo que realmente estaba pasando por el mundo.

  Las del otro lado del videoteléfono las animaron a seguir, ahora no era el mejor momento para darse una vuelta por ahí, ellas harían lo posible por contar lo que estaba pasando ajustándose lo más posible a la realidad. Ahora era el momento de actuar y ejecutar su plan con total determinación. Si dejaban pasar más tiempo la situación se les podía ir de las manos, la violencia que se generaría sería de tal magnitud que sería muy difícil imaginársela y la única forma de parar este nuevo escenario sería volver a la situación anterior, cosa que ninguna de ellas quería porque ya la habían vivido con anterioridad. Con lo cual, la mejor y única solución era poner en marcha lo antes posible su proyecto y encerrarles a todos ya de una maldita vez en Pestaña.

  Después de esta reflexión, a las Ocho de la Casa Rural se les disipó cualquier atisbo de duda y con energías renovadas, se aprestaron a continuar con su plan, pues se acercaba el momento cumbre para darle el último y definitivo empujón.

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