viernes, 9 de octubre de 2015

Caperucita nunca será devorada (VII)

  Cuin se marchó del Club Totario Ese, o como se llamara, detrás suyo, ni se oyó cerrar la puerta, ni el crujir de espaldas pero en sentido inverso, ese fue el momento culminante en el que tomó su decisión final respecto al destino de la humanidad, una decisión que llevaría a cabo con total determinación y precisión.
  
  Ya en la calle llamó a los albañiles más prestigiosos y eficientes del Imperio, que al minuto estaban ya parados junto a ella y a las puertas del Club Totario Ese. Cuin les ordenó que inmediatamente tapiaran puertas y ventanas sin rechistar y sin el más mínimo pero. A los cinco minutos el Club Totario Ese, con los doscientos diecisiete miembros que en ese momento se encontraban en él, quedó completamente sellado y totalmente incomunicado. Esto fue para Cuin un pequeño, muy pequeño, preámbulo de lo que tenía pensado.    
  
  Cuando Cuin bajó a desayunar ese día y estando la decisión ya tomada, ver a uno de sus hijos y a uno de sus nietos, no hizo más que confirmarle que estaba actuando de manera correcta y que los hombres tenían un verdadero problema, aunque a la vez sintió también un poco de pena, ya que a uno de los allí sentados lo había parido ella, le había dado de mamar, bueno, eso a lo mejor no, lo había criado y educado, bueno, eso a lo mejor tampoco, pero es igual, lo importante es que lo había parido, que de eso sí que estaba completamente segura.

  Pensó en todas la mujeres, en todas las madres, pensó en las abuelas, en las hijas, nietas, bisnietas, primas, tías  sobrinas, cuñadas, suegras y nueras, sobre estas tres últimas dudó unos instantes, pero no, Ella, las salvaría y haría feliz a todas.

  Kerkel estaba, que no estaba, se levantó para abrazar a Cuin pero se dio cuenta que ya estaban las dos fundidas en un abrazo, derramando, probablemente, las últimas lágrimas y en el caso de Cuin, primeras lágrimas también, que volverían a derramar.

  Una vez terminado este episodio, Cuin trasmitió a Kerkel su decisión y solución a lo que estaba pasando, esta no sólo la aplaudió, sino que se mostró totalmente entusiasta con dicha decisión y su rostro reflejó un resplandor nunca visto en sus 110 años de existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario